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Pocos juegos se salen de su zona de comfort una vez alcanzan el éxito, incluso desde el comienzo. De ahí que hemos visto complacientes a Assassin's Creed, Far Cry, Call of Duty, Need for Speed, en fin, mantenerse inertes e incólumes, sin cambar, sin arriesgarse a alterar la fórmula, mejorarla, todo sin perder la esencia de lo que lo hizo especial cuando rompió esquemas en su debut hace unos años.

Ghostrunner fue una sorpresa indie de hace unos años que trajo una innovadora fórmula de diseño y gameplay. Veloz, preciso, agresivo, retador y muy divertido. No se basó en otros modelos, trajo su propia receta con un balance de dificultad y destreza que dejó una marca especial en los gamers. Una secuela no era algo que nos iba a sorprender, en especial sabiendo que le añadieron un DLC extendiendo el contenido con mas de eso tan bueno que nos trajo la primera vez. ¿Pero hasta cuándo pueden hacer eso sin volverse trillados y conformistas? Ligeros cambios no hacen de un IP una franquicia para quedarse sin volverse repetitiva con una nueva capa de pintura, como los ejemplos de arriba.

Ghostrunner II se atreve a explorar hacia dónde se puede estirar la fórmula del original, con innovaciones, expansiones, nuevas funcionalidades y hasta complicar la historia. Se sale de la zona de confort para ofrecer algo distinto a la vez que familiar. Darnos una razón para considerar comprar el nuevo juego sin el riesgo de quedar decepcionados ante otro "mas de lo mismo" que para muchos sería suficiente. Pero no, Ghostrunner II es más grande, más complejo, denso, diversificado, flexible y hasta abierto que deja la anterior como un mero demo del potencial máximo (?) que se evidencia en esta secuela. Secuela que no se durmió en los laureles del primero y, a diferencia de muchos, se atrevió a innovar, añadir sin saturar, a la vez que respeta los fundamentos básico del original.

Con esta secuela del juego original –bien recibido y verdaderamente duro– el desarrollador lo ha hecho más simple y accesible. Sin embargo, eso no significa que las cosas del primer juego que le gustaron a la gente se hayan ido ni ablandado. No, el juego todavía tiene un mecanismo de muerte de un solo golpe (one hit), pero los reinicios son rápidos, la señalización es más clara y cada punto de control se puede aprender para que finalmente alcances el siguiente y progreses. Volver a intentarlo una y otra vez, resolver el rompecabezas de cómo progresar es completamente convincente y este progreso se hace prácticamente en cada marcha para que nunca sientas la necesidad de tirar el control o abandonarlo. A lo largo de su campaña de 10-12 horas, te encuentras constantemente con nuevos tipos de enemigos, ganando nuevos poderes o habilidades, visitando una variedad de áreas hermosas y visualmente distintas.

El juego sigue siendo estricto e implacable, y establece márgenes de error tan pequeños que exige habilidades casi perfectas. A veces realmente te pone en las patadas de un ninja cibernético mientras corres entre las mitades de los cyborgs que has dividido en dos, pero estos momentos a menudo pueden ser la cansada culminación de un agonizante ensayo y error. Si te gusta eso, ¡genial! Si no, entonces vas a estar frustrado. Ghostrunner II sigue los eventos del primer juego y repites tu papel de Jack, un ninja metálico que es básicamente un Ninja Gaiden Cyberpunk. Esta vez, Dharma, una gran torre donde vive la gente, está asediada por un culto a la IA de otros ninjas metálicos que tienen ojos rojos brillantes y hablan de cosas como el poder eterno. La trama es servicial, pero no te hará cortar las venas por su profundidad literaria Sci-Fi.

La naturaleza frágil de tu carácter significa que morirás mucho, por diseño. A medida que exploras un área, aprende las rutas, los ataques enemigos y planifica esa carrera que te lleva a la siguiente parte de una sola pieza, en segundos, la sensación de logro es una que muy pocos juegos logran alcanzar. Incluso puedes desactivar la pantalla de la muerte, y los puntos de control regulares significan que nunca se siente injusto. ¿Molesta morir tanto? sí; ¿induce a gritar profanidades? Absolutamente. Pero no es injusto. Las primeras cinco horas más o menos tienen lugar en el escenario del primer juego, la Torre Dharma. De manera apropiada, esta primera parte es donde la experiencia se parece más a la original. Aunque ahora hay descansos en la acción para un poco de construcción del mundo, donde charlas con personajes amigables entre cada pocas misiones en tu hub, el parkour y el combate sangriento todavía se casan en una armonía brutalmente implacable.

Rebotar entre las paredes y lanzarse sobre pozos sin fondo, sortear una ráfaga de balas sigue siendo una emoción vertiginosa. Entonces, finalmente, encuentras la motocicleta y todo empieza a ir un poco mal (no sólo lo usarás para persecuciones de túneles de alta velocidad, sino también como una herramienta de exploración para descubrir enormes entornos abiertos). Si bien ese núcleo sigue siendo el mismo en Ghostrunner II, hay varios cambios notables que afectaron la forma en que abordas sus desafíos. En primer lugar, las balas enemigas van un tanto más lentas que GR1. Por otro lado, ahora hay un medidor de resistencia (stamina) que rige tu nueva capacidad para bloquear ataques. El bloqueo puede sonar excepcionalmente fuerte en un juego en el que todo lo que se necesita es un golpe para morir, pero evadir a los enemigos sigue siendo el camino a seguir cuando se trata de sobrevivir. Más sustanciales son tus nuevas habilidades especiales.

Los Shurikens regresan, pero ahora están disponibles bajo demanda en lugar de ser un potenciador por tiempo limitado, lo que te da un ataque a distancia poderoso, pero controlado por el medidor para acompañar a tu fiel katana. A lo largo del tiempo de juego, puedes mejorar las habilidades y el conjunto de herramientas de tu personaje, así como pasar tiempo fuera del juego principal trabajando hacia los desbloqueos a través de varios desafíos roguelike. Estos pueden ayudarte a perfeccionar tus habilidades, pero también te brindan una oportunidad de enfriamiento si estás atascado en cualquier momento en el camino y sientes la frustración de un fracaso repetido.

Las mayores emociones del juego se derivan de un flujo constante de estas tres cosas. Estoy convencido de que las mayores alegrías de Ghostrunner 2 se encuentran en estas secciones de consuelo, donde tu enfoque no se interrumpe por cualquier otra cosa. Están los jefes. Ninguno es tan dolorosamente desafiante como el más difícil del primer juego, pero seguro que pusieron una pelea infernal, y la victoria se siente increíblemente bien ganada gracias a tu frágil naturaleza.

Ghostrunner II es una secuela que sobrealimenta todo lo que era genial del original y lo eleva a un nivel completamente nuevo. Aquellos que no calzaron con el primer Ghostrunner, probablemente no se verán seducidos por ninguna de estas mejoras, pero si el original hizo química contigo, no puedo imaginar una secuela mejor que esta.

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Bart

Copia de prensa proporcionada por cortesía de One More Level, 505 Games y StridePR.