Please give me the blue pill
En el pasado he sido diáfano al decir que "dejen a los clásicos tranquilos", como un llamado a que Hollywood deje de destruir legados de franquicias que han dejado una marca en la cultura del cine y hasta el folklore popular.
Un síntoma agudo de cómo Hollywood languidece de creatividad teniendo que recurrir al nombre de estas propiedades intelectuales de prestigio para sólo reposar sobre eso, la reputación del título, con el propósito único de una abundante recaudación taquillera mientras pisotean el arte de origen con reboots, remakes y refritos.
Peor aún cuando además introducen agendas de identidad social liberal (Woke LGBTQ+, anyone?), para transmitir un mensaje politicamente correcto que apacigüe a la cancel culture que, como gendarmes de los medios y las redes, fungen de jueces extraoficiales que atemorizan a los ejecutivos de los estudios que solamente protegen las ventas.
Es con enorme tristeza, quizás premonitoria, que The Matrix Resurrections sea una más de esas franquicias que caen víctimas de esta práctica en el cine popular que está acabando con la memoria de nuestros atesorados clásicos Sci-Fi/Geek. Maldita sea, The Matrix Resurrections es mala, pero mala casi que con ensañamiento al punto que no entiendo cómo se atrevieron a filmar esto, innecesario, aburrido, decepcionante y redundante, ya que esa pregunta de What is The Matrix? fue respondida con satisfacción en la pasada trilogía que dejó una huella indeleble en el cine. The Matrix (1999) no fue precisamente un título 100% original de concepto de los entonces hermanos Wachowski.
Mucho se ha dicho del plagio amistoso del concepto que los hermanos Directores tomaron prestado del clásico de culto Dark City (Alex Proyas, 1998), de hecho la primera escena de Trinity huyendo sobre los tejados nocturnos de la ciudad de The Matrix fue filmado sobre un set residual de Dark City. No obstante The Matrix dio su propio giro de concepto con muchas matices de originalidad y espontaneidad gracias a lo vanguardista que fue su revolucionaria propuesta cinematografica que nos dejó inmutados para entonces. Desde sus innovadoras técnicas de cinematografía volumétrica de impacto de John Gaeta –gracias a su 'Bullet Time'– y las coreografías de acción impecables de Yuen Woo-ping, se combinaron para darle esa personalidad única que el cine no había visto hasta ahora.
Si sumamos a esto la profundidad de su argumento filosófico-existencialista, casi cyber-nihilista, con su exploración de la percepción vs. estado de conciencia, entendemos por qué The Matrix fue un coctel de arte e intelecto Sci-Fi que nos hizo cuestionar nuestra propia realidad en una de furia contra la máquina que nos persigue en nuestros pensamientos de cultura popular. The Matrix hizo historia. Sus secuelas en la trilogía bajaron un poco el tono filosófico existencial en pro de uno más de acción Arcade CGI-ohólico que no perdió su identidad, más bien cerró un ciclo que hasta trajo antecedentes como apéndice en su Animatrix suplemental en formato de dibujos animados.
Todo esto lo tiran por el caño y se va de culo con The Matrix Resurrections que intenta –en vano– darle continuidad a la franquicia con un débil argumento de reinvención y deconstrucción de su linaje establecido, por el de un metaverso de auto indulgencia para comprar a la audiencia con su pobre fan service basado en nostalgia mal administrada. Es una manera rebuscada de decir que es senda mierda que se basa en flashbacks del pasado, para fracasar en justificar su existencia sin argumento y personalidad coherente. Tomen en cuenta que tiene a uno de los Wachowski (Lana) en el timón con dos de sus figuras emblemáticas en el protagonismo, me refiero a Neo y Trinity.
Es demasiado larga, con un ritmo pobre y dislocado por culpa de un guión de mediocre narrativa que se apoya en frecuentes y extensas escenas de diálogos explicativos. Que buscan guiar a la audiencia para que entiendan esta nueva y convulsionada propuesta del por qué tratan de reinventar el concepto original de The Matrix por una mofada de videojuegos como pretexto para su nuevo argumento sacado del culo. Miren que esta página es de videojuegos (y cine), sin embargo no es excusa para siquiera convencernos a nosotros de esta burda excusa para revivir la serie que quedó bien conclusa en 2003. Tratan de parecer ingeniosos en reinventarse, pero terminan siendo una colección de flashbacks entre dialogos que insultan tu inteligencia sin dirección alguna.
Lo peor de todo es la acción; sí, esa que nos deleitó en la trilogía y que aquí debería salvar la patria de librar por todos ante el fracaso de su guión que la deja sin alma. Pero no, la acción es insípida y mal orquestrada en parte porque Lana Wachowski no contó con la columna y los cimientos que mencioné arriba que hicieron de The Matrix un hito cultural y cinematográfico. Sin Gaeta en los efectos de cámara, la cinematografía se reduce a una mala copia del abuso de la infame cámara lenta de Snyder ¡que sólo él sabe (ab)usar! Por otra parte las malas coreografías de combate marcial sin el ojo clínico y arquitectura armoniosa de Woo-ping quedan desnudas como un film-B de Van Dame.
Con tan pésima estructura, guión y acción, sentí cada minuto como una eternidad que jamás pensé que llegaría a los créditos. Al final la sala no necesitaba de una resurrección, sino de un exorcismo. Lo curioso es que le comentaba a un amigo que hace poco vi 'Free Guy', con el mamador de gallo de Ryan Reynolds, y me pareció mejor argumento de metaverso-videojuegos que el que The Matrix Resurrections trató de hacernos pasar por una reinvención de su concepto original. Eso que Free Guy no se toma en serio por ser una comedia cotufera de verano. No tiene sentido analizar a The Matrix Resurrections ni buscar agujeros en el guión, porque es un vacío que succiona el alma de la espontaneidad, intelecto y emoción que tuvo antes de esta profanación.
Una de las cosas que más me gustó de The Matrix es su increíble soundtrack incidental de Don Davis. Tanto que compré los tres CDs. Es un frenesí wagnriano que también evoca al mismo sentimiento de cacofonía armónica del OST de Dark City –del genial Trevor Jones. Es como si Jerry Goldsmith se metiera unas lineas de perico, así mas o menos para que entiendan la hermosa locura que son esos soundtracks. Ni siquiera eso hace la excepción en The Matrix Resurrections con la insípida banda sonora que recalienta leitmotifs de la música de Davis para mantener el foco nostálgico pro fan service del film. Esto fue un desastre, sónico y visual de principio a fin.
En la actuación no hay nada qué resaltar. Keanu Reeves y Carrie-Anne Moss retomando sus roles con un innecesario foco de su romance para darle sentido o quizás propósito a un The Matrix Resurrections que no tiene razón de existir, ni deja bases para una nueva dirección si pretenden darle continuidad a este coleto impresentable. Lleno de impostores que pretenden usurpar a personajes que pertenecen irreductiblemente a sus interpretes originales, me refiero a Yahya Abdul-Mateen II como fake-Morpheus y a Jonathan Groff como fake-Agent Smith. Además de una serie de personajes nuevos desechables, que contribuyen a diluir cualquier sentimiento de conexión emocional que pudiste sentir con Neo y Trinity con lo poco bueno que pudieron transmitir debido al pésimo material que se les dio para trabajar. Ni hablar de Neil Patrick Harris quien parece ser la nueva cara –devaluada y risible– del arquitecto de la simulación virtual.
Un culazo que no recomiendo ver en salas, para streaming o cable de forma casual. No, mejor vean ARCANE en Netflix, lo mejor que he visto en todo el año en medio alguno.
(★☆☆☆☆)
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Bart