¡Cabeza e’ Taza!
Recuerdo claramente cuando Cuphead fue anunciado por Microsoft en el E3 del 2014 que llamó inmediatamente mi atención por su estilo de arte y gameplay que se asemejaba muchísimo a los run-and-gun clásicos de las eras 8-bit y 16-bit. Su desarrollo se demoró muchísimo por lo estrictos que fueron sus creadores en el estilo que querían seguir y el hecho que decidieron añadir más contenido a medida que el tiempo iba pasando. Hasta que finalmente a finales del año pasado el juego se lanzó en XBOX One y PC y resultó ser una obra maestra que, de haberla jugado antes, habría estado indudablemente en nuestra lista de Juego del Año 2017.
Cuphead es un juego con gameplay clásico run-and-gun al estilo de Contra, Mega Man o Metal Slug donde controlamos a nuestro personaje en un plano 2D mientras saltamos y disparamos nuestras armas para eliminar a los enemigos. El juego se presenta en un estilo de arte absolutamente espectacular que imita a las caricaturas de la década de los años 30 del siglo pasado y las recrea de forma muy fiel, con cada sprite siendo un dibujo hecho a mano que, al estar en acción, da la impresión de ser una caricatura de verdad. Ver Cuphead en movimiento es un verdadero placer y en definitiva es de los juegos más hermosos que existen.
Su trama nos cuenta como el protagonista del mismo nombre y su hermano, llamado Mugman (ambos tienen tazas como cabezas), se lo están pasando en grande en un sospechoso casino de la isla donde viven, Inkwell Isle. A ambos les va tan bien en las apuestas que el mismísimo Diablo, que es el dueño del casino, se interesa por verlos jugar y les ofrece que, si ganan en un juego de dados, todo el dinero del casino les pertenecerá. Pero si pierden, tendrán que ofrecer sus almas. Cegado por la avaricia, Cuphead acepta la propuesta y naturalmente, ambos pierden el juego de dados y al ver que tienen que entregar sus almas, empiezan a rogar. El Diablo ve en ellos una oportunidad y les ofrece anular la deuda si viajan por todo Inkwell Isle recolectando las almas de todos los que le deben. De esta forma, empieza la aventura más grande de la vida de los protagonistas.
La inmensa mayoría de niveles en Cuphead son boss fights contra las criaturas que le deben al Diablo. Accedemos a ellas mediante un world map que podemos explorar libremente y en muchos casos podemos elegirlas en el orden que queramos. Cuphead es un juego bastante difícil, pero que premia la perseverancia y el aprendizaje de los patrones de los enemigos, la adaptación y el uso correcto de sus sorpresivamente variadas mecánicas e ítems. La mayoría de los bosses siguen simple patrones de movimientos a los que es relativamente sencillo adaptarse en sólo unos pocos intentos, pero uno que otro ofrece cambios radicales en medio de la batalla que fuerzan que uno como jugador tenga que estar prestando muchísima atención para no morir.
Una de las batallas es contra un par de ranas boxeadoras que sin previo aviso se convierten en una slot machine y no hay forma de saber qué ataque usarán hasta que halemos la palanca de la máquina; otra de las batallas es a bordo de un pequeño avión (donde el juego se transforma en un Bullet Hell al más puro estilo de Radiant Silvergun o Ikagura), donde luchamos contra un genio que cambia de formas y patrones de ataque de manera brusca y sin avisar. Es un juego rudo y no apto para casuales. Que se lo digan a Dean Takahashi… Recuerdo que cuando lo terminé, había muerto unas 150 veces, pero nunca me hizo sentir frustrado ni me quitaron la motivación de continuar jugando.
Cuphead es corto, pero tiene muchísimo contenido que explotar como dificultades adicionales, intentar ganar los bosses con mejor puntuación y diferentes armas, así como el poder jugarlo en cooperativo, que más que facilitar las cosas, pareciera que las hiciera más difíciles; haciendo a cada boss más resistente y agresivo. Hay un montón de armas diferentes que se adaptan mejor a las situaciones, como una cuyos proyectiles siguen a los bosses pero casi no hace daño mientras que otra es sumamente potente, pero hay que cargarla y dispara muy lento. La clave está en aprenderlas a manejar y adaptarlas a los patrones de cada boss. El equipamiento que puede hacer ver imposible a un enemigo, puede hacer que otro parezca ridículamente sencillo.
Si hay algo que hubiera cambiado del juego es que los niveles “normales” de run-and-gun son muy escasos. Hay solo seis de ellos. En mi opinión el juego se habría beneficiado mucho más de tener niveles que fomentaran la exploración y el tener que combatir distintos grupos de enemigos pequeños en lugar de haber poblado el 80-90% del juego con bosses. Sin embargo, no es algo que arruina la experiencia porque, como ya mencioné, es en definitiva una obra maestra y un modelo a seguir para el género.
Cuphead es una absoluta joya de videojuego y realmente me arrepiento de no haberlo jugado apenas salió. Su espectacular estilo de arte y soundtrack recrean de manera fiel ese estilo de dibujos animados de principios del siglo pasado que a tantas generaciones de niños alegró y sirve como una oda tanto para ese medio como para los videojuegos en general, haciéndole honor a franquicias amadas y respetadas como Contra y Mega Man. Es un juego que no debería faltarle a nadie y, en definitiva, de los mejores títulos de la actual generación. Siete estrellas.
¿20$?: Definitivamente lo recomiendo. Es una obra de arte que merece estar en todas las plataformas.
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PS4: 2017. Digital. Zona ALL. Video HD: 1080p/60fps. Sonido: Dolby Digital & DTS 5.1, Jugadores: 1-2 (Online: N/A); Disco Duro: ~5GB, ESRB Rating: T
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Mike