"History is written by the victors"*
El título que elegí apropiadamente del ilustre Winston Churchill no podría resonar mejor para el film más reciente de Christopher Nolan, Dunkirk, que relata el incidente de la batalla de Dunkerque en la costas francesas, durante la escalada conquistadora inicial de la Alemania Nazi en la Segunda Guerra Mundial. En sí porque fue una derrota a la coalición aliada que aún no contaba con la participación de EE.UU. que siquiera empezaba a sentir los coletazos de la tormenta bélica mundial (en ataque a Pearl Harbor no ocurriría sino más de un año después). Una derrota que podría pasar como un evento sin trascendencia por carecer del elemento victorioso que otras batallas posteriores gozaron como baluartes del éxito histórico contra el eje del mal. Que se podría ver como una vergüenza ante del portento del enemigo, quien apenas acababa de izar la swastika sobre la Torre Eiffel y el Palacio de Versalles como una ironía que abofetea el tratado del mismo nombre que buscó alguna vez evitar repetir este horror.
Pero la "batalla" de Dunkirk no fue tal cosa, fue una evacuación (Operación 'Dinamo'), una retirada como respuesta sensata ante el paso arrollador de una fuerza militar superior que se encontraba demoledora en la práctica por alcanzar el Lebensraum a paso violento (Blitzkrieg, anyone?). Ahora que conocemos bien quién ganó el conflicto mundial, o mejor dicho, quién perdió, los eventos de Dunkirk se pueden analizar mejor con lupa para darle otra óptica, desde otra perspectiva, y quitarle el sabor amargo a derrota y humillación por el de un ejercicio de coraje y perseverancia. De ahí que el bonachón de Churchill, siempre elocuente dentro de su holgado intelecto, tuvo razón con esa frase que resuena con mayor fuerza en la historiografía de la humanidad. Dunkirk es una cinta de guerra no convencional que ambiciona en darle relevancia a un evento marginado por la historia.
Christopher Nolan (The Dark Knight, Inception, Interstellar) nos recrea los acontecimientos como una epopeya trágica, un poema de melancolías agridulces con tensión sofocante al narrar –en lapsus de líneas de tiempo no cronológicas alternadas– los puntos fuertes que hicieron el milagro de la huída aliada como una lección para retornar años más tarde con mejor preparación (D-Day). Sin diálogos extensos, sin giros inesperados ni heroísmos fabricados, Dunkirk es humilde al dejarse narrar casi enteramente con visuales, juegos de cámaras, fotografía panorámica y expresiones faciales como otra demostración de la calidad de Nolan como Director. En constante crescendo, Dunkirk no baja las tensiones ni por un segundo desde que abre el primer acto, donde recuerdas respirar a minutos de los créditos que cierra con un climax esperanzador. Lejos de ser épica ni contando con batallas de violencia explícita, el film se percibe desolador bajo la presión que ejerce su narrativa intercalada entre angustias de tres protagonistas distintos.
Ahora, quiero hacer especial hincapié en el verdadero director del film, o "co-director" para no menospreciar el estelar juego de cámara de Nolan. Me refiero al compositor fetiche de Nolan, Hans Zimmer, quien es el que lleva la pauta de la narrativa y la tensión angustiante con sus acordes sintetizados de sostenuto perpetuo que prolonga la agonía dictando las emociones generales en secuencia. Zimmer, quizás en su mejor trabajo desde Interstellar, me deja sin aliento con las uñas clavadas en el asiento haciendo de escenas que parecen simples en dramas asfixiantes por la tensión sonora. Con sus temas complejos, Zimmer dirige a Dunkirk con elegancia inventiva sin que haga falta mayores incidentes de acción –que los hay– pero no son necesarios para llevar el ritmo. Espero que cuando voten los compositores para el premio de la Academia, tomen esto en cuenta. No puedo dejar de mencionar las excelentes escenas bien editadas de los combates aéreos, sin duda los puntos emocionantes a lo largo del film, repito, el juego de cámara es magistral.
En lo actoral, a pesar de las pocas interacciones y diálogos, hay bastante que resaltar. En especial el desempeño del recién premiado Mark Rylance (Bridge of Spies) quien define el carácter de la moralidad y el deber sin buscar heroísmos ni reconocimientos. La valentía no siempre se refleja en la fuerza, en esto Rylance hace acotar su propósito de colaborar con temple sin perder la cordura. Sólido y casi sin diálogo estuvo Tom Hardy (The Dark Knight Rises) como el tenaz piloto que mide sus pasos y calcula sus movimientos hasta la última escena, sin duda el que marca el gol de oro en tiempo de descuento. Fionn Whitehead lleva la cruz de la supervivencia dentro de la desesperación del éxodo aliado en casi todos los escenarios, mostrando que la perseverancia aún en sobrevivir se puede traducir en una victoria. Por último, el soporte estelar que aportan Kenneth Branagh y Cillian Murphy es meritorio a pesar de los breves momentos que aparecen.
Definitivamente Christopher Nolan es uno de los mejores directores de nuestro tiempo y Dunkirk es una obra maestra que merecen ver como la recomendación sólida para la cartelera rural de la semana.
Sir William McKay (★★★★★★)
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Bart
[*] Sir. Winston Churchill