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  • Sir William McKay: Aleph One.
  • Willy McKay: ¡Non-Plus-Ultra!
  • McKay: Muy bueno, peeero…
  • Pasta: Ta' Bien… Ta' Bien…
  • Mancao: Coleto impresentable.
  • Ñame: ¡Que nos devuelvan el tiempo y dinero que perdimos en revisar esta grandísima porquería! ¡Un CULAZO!
Spiff-O-Rama - Reseña: A Star Wars Story

The Force is NOT with this one

Cine Cartelera

Después del desastre que para el año pasado resultó el bodrio Episode VII: The Force Awakens, Disney cumple con el plan anual trazado para sus films de la recién adquirida franquicia Star Wars con su segunda producción, Rogue One: A Star Wars Story. Fui al estreno de Rogue One anoche con las expectativas más bajas posibles tras la decepción que dejó Episode VII, el peor film de Star Wars hasta ahora, aún fresco en mi memoria en calidad de trauma a pesar del tiempo transcurrido.

Quizás eso fue lo que ayudó a que Rogue One: A Star Wars Story generara una mejor impresión, a pesar que como film no tiene méritos suficientes para existir gracias a su dirección mediocre, pobre guión y momentos incómodos. Pero al menos puedo decir que Rogue One: A Star Wars Story es singular al intentar ser distinta, rompiendo el molde formuláico de tradición y que, por más que se esfuercen, más nadie podría arruinar a Star Wars más que como lo hizo 'Jar-Jar Abrams'.

Rogue One: A Star Wars Story es un film 'stand alone', es decir, que funciona como historia encapsulada sin continuidad directa como "Episodio" aunque sirve como prologo de enlace entre la trilogía de origen de George Lucas (Ep. I, II, III) y la trilogía clásica del mismo autor (Ep. IV, V, VI). Su historia es innecesaria al canon, siendo que su relato queda implícito entre los argumentos de Episode IV: obtener los planos de la Estrella de la Muerte.

Con lo anterior dejo explícito que cualquiera que haya visto el film original de 1977, puede predecir sin mucho esfuerzo los acontecimientos relatados en Rogue One: A Star Wars Story, incluyendo el destino de sus protagonistas. Sin embargo Rogue One se emplea como excusa para desarrollar una narrativa que dé cuerpo y vida a los sucesos que preceden inmediatamente a los eventos de Ep. IV en una historia independiente.

La mayor parte de este film tiene sentido y coherencia, mientras que otras partes la rellenan elementos de fan service que inevitablemente se recurre para generar empatía nostálgica. Al menos no se abusa de este recurso en Rogue One, el 'fan service nostálgico', que fue base fundamental de absolutamente cada segundo de Episode VII donde no hubo un ápice de originalidad para centrarse en lo seguro y memorable. Rogue One se distingue por salirse de la fórmula tradicional como film autónomo de la saga. Es distinta en muchas maneras que, sin darse cuenta, se siente fresca luego de venir sufriendo cansancio con el mismo patrón reciclado film tras film.

Desde el comienzo porque Rogue One es el primer film de Star Wars que intenta –en vano– salirse de tradición para no parecerse a un film de Star Wars; que en contradicción directa termina pareciéndose más a un film de Star Wars que el coleto del año pasado. Me explico, cuando dije que se percibe desde el comienzo, me refiero a que Rogue One es el primer film de Star Wars que inicia sin la tradicional fanfarria 'epopéyica' de John Williams acompañado del texto corredizo que sirve de prólogo de introducción. Tradición que Lucas implementó como inspiración de los seriales sabatinos de antaño. Lo vi como algo positivo en lugar de un insulto a las tradiciones y eso que nadie más necio conservador que yo, como fan acérrimo del legado cultural de Star Wars.

En igual modo, Rogue One: A Star Wars Story es también el primer film de Star Wars que no tiene a 'La Fuerza' ni a los sempiternos duelos de sables laser como puntos obligatorios que uno normalmente espera de un capítulo de la franquicia. La mejor forma de describir este paréntesis dentro de los Episodios oficiales es como cuando uno consumía algún medio de Star Wars de aquel Universo Expandido durante la era de Lucas. Es decir, aquellos productos oficiales con héroes anónimos como Kyle Katarn, quien nos deleitó en cómics (Soldier for the Empire), novelas (Troy Denning's Dark Nest Trilogy) y videojuegos (Jedi Knight Series). Lo digo porque en Rogue One no hay 'Skywalker', 'Solo', 'Kenobi' ni alguno de los típicos nombres que lideran en estas aventuras.

Esto deja un espacio abierto para desarrollar nuevos personajes interesantes con futuro dentro del nuevo universo que Disney piensa tejer luego que eliminó todo el canon que se construyó en casi cuatro décadas. Oportunidad desperdiciada, no tanto por la naturaleza finita y limitada que Rogue One: A Star Wars Story tiene como condena considerando que sus personajes noveles no existen para la inevitable cronología que le sucede, sino porque el director Gareth Edwards hace un pobre trabajo en dirigir a los actores al punto que desperdicia el talento disponible. Es difícil conectarse emocionalmente con los personajes si ninguno tuvo tiempo suficiente para desarrollarse, esto incluye a ambos bandos del conflicto donde el villano fracasa en generar respeto. Recordando además que comparten tiempo con figuras clásicas, muchas de ellas en calidad de 'cameo' mientras que otras fueron resucitadas –literalmente– por la tecnología debido a su importancia vital.

No es secreto para nadie tras la cobertura de las redes en los tiempos que corren que Rogue One: A Star Wars Story contaría con la aparición de Darth Vader, quien depende más de la voz de James Earl Jones que de la persona que dona el atuendo emulando al gran David Prowse (y que poco importa el nombre de quien le toque). El Sr. Jones vuelve a asumir el rol vocal sin decepciones para los breves pasajes de Vader, era natural dado que forma parte de los sucesos contemporáneos al período de Ep. IV. Como también lo es para otro personaje que también hizo titulares durante los meses de la producción del film y que se sabía que estaría presente. Me refiero al oficial imperial 'Grand Moff Tarkin' quien fue encarnado por el desaparecido Peter Cushing y que advirtieron que sería traído a la vida vía CGI dada su importancia vital en los eventos relacionados. Pues Moff Tarkin se materializó digitalmente y, aunque aplaudo el esfuerzo, tiene ese aura caricaturesco de 'uncanny valley' en todo momento. ¿Impresionante? Sí, si fuera parte del 'cutscene' de un videojuego (me estoy pasando con el spanglish).

Al menos uno se acostumbra al escucharlo con su acento Brit que es mimético porque suena indudablemente a la voz de Cushing. Pero jamás me acostumbraría a otro personaje digitalizado que sirve como cameo sorpresa para el cierre y que me hizo arrugar la cara por lo incómodo de su representación. Ese detalle arruinó lo poco que Rogue One hizo para mantenerme interesado durante el climax, ya que el ritmo y la dirección general fracasan en generar un mínimo de suspenso y tensión. Al menos hay bastantes escenas de acción, todas muy buenas, que sirven de desfibrilador entre pasajes flojos de drama argumental y diálogos cliché en un desperdicio actoral lamentable. Todo a causa del pobre guión de Tony Gilroy que me dejó perplejo sabiendo el linaje que tiene como literato cinematográfico (Jason Bourne), y dramaturgo de videojuegos (Call of Duty).

En el desperdicio me refiero al arrojo de sub utilizar los calibres de Mads Mikkelsen y Forest Whitaker quienes apenas duran poco más para no quedar como un cameo. Su débil presencia y poco desarrollo no deja una excusa para sentir apego emocional por sus roles. Menos en los burdos intentos por generar humor donde la responsabilidad quedó casi exclusiva en el androide K-2SO que acompaña a los héroes (Alan Tudyk); que supone sirvió de sustituto al comic-relief de rigor en estas cintas, me refiero a C-3PO, pero fans se regocijarán de verlo siquiera en un cameo de segundos y por supuesto encarnado por Daniels. En los roles principales están Felicity Jones y Diego Luna, ambos muy bien a pesar del poco material a mano y la pobre conducción directoral. Hacen buena dupla, pero es a Luna a quien doy como el verdadero protagonista con más motivaciones y carácter que a su contraparte femenina quien tuvo mayor énfasis por sus antecedentes.

Muy buen apoyo de la cofradía accidental que acompaña a los rebeldes en las figuras de Donnie Yen, Riz Ahmed, Wen Jiang, Jimmy Smits y Ben Mendelsohn, que componen un equipo multi disciplinario que se ganaron un mínimo de empatía aún con el poco tiempo y material disponible. Al contrario del pobre soundtrack, que esta vez no vino de John Williams, que si bien su trabajo en Ep. VII es lo único que mancha su impecable carrera, fue mejor que las melodías genéricas tipo 'loop de videojuego' que Michael Giacchino escribió para Rogue One. Era mejor como compositor de comiquitas de Pixar… aunque admito que no lo hizo mal en Dr. Strange.

En fin, Rogue One: A Star Wars Story es estéril, pero entretenida, su mayor logro es que no la odié, pero tampoco me ganó. Se puede ver, hace un esfuerzo respetable en distinguirse con una historia original aunque débil y pobremente ejecutada. Se respalda en fan service, pero tampoco se construye sobre este recurso. Luce respetable como un verdadero film clásico de Star Wars más por sus peinados malos, bigotes y escenografía de los '70 que por el abuso de 'lens flare' que usa el sobre valuado y mediocre Abrams. Algo forzada hacia el final, que arruina y deshace lo poco que acumula hacia el cierre en su afán por hacer la conexión con Ep. IV. Rogue One: A Star Wars Story no da ni frió ni calor… y eso, comparado con la "Star Wars" del año pasado, es positivo si el conformismo de un peor es nada reconforta. Pudo haber sido peor… Midichlorians, anyone?

Film: Pasta (★★★☆☆)

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Bart

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