Daniel BOOM
Este año promete bastante en cine desde nuestro ángulo de comics, pero recordemos que el cine serio también es de nuestro agrado, incluyendo cine de culto, porque no siempre tiene que ser lo que nuestros lectores geeks quieren y que nosotros valoramos como calidad: Cine Geek Sci-Fi. No quise decir que el cine comic-geek no sea serio, al contrario, si está bien hecho puede ser tan inteligente y sagaz como cualquier drama.
Pero desde el lado más sobrio, comenzamos el año bien con buen cine, en este caso con una de las que suenan fuerte para la temporada de premios, el film más reciente del genial Director Alejandro González Iñárritu (Birdman, Biutiful), The Revenant. Iñárritu ha venido paulatinamente conquistando a Hollywood desde su break out internacional 'Amores Perros' que conformó la entrada de su trilogía magna de relaciones humanas intercaladas. Su consagración con Birdman el pasado año lo dejó en un sitial que pocos directores internacionales alcanzan, y menos en tan poco tiempo. The Revenant reitera lo anterior desechando cualquier duda sobre su calidad como cinematógrafo excelso. Un drama sin reservas que captura al espectador de sensibilidades intelectuales que espera absorber retos visuales sin mayores argumentos explícitos que la transmisión de emociones.
Completamente centrada en los sentidos, casi carente por completo de diálogos en su segundo acto, The Revenant explora la narrativa visual de Iñárritu con el progresivo monólogo silente de Leonardo DiCaprio (The Wolf of Wall Street, Django Unchained, Inception) como Hugh Glass, un rastreador montañero de principios del s.XIX en las hostiles montañas heladas del estado norteamericano de Montana. Desconocía la existencia de este aventurero durante el comienzo de la conquista del llamado 'salvaje oeste' por los colonizadores blancos que invadieron las tierras de los aborígenes. Glass, supuestamente para la adaptación del film sobre su odisea, fue un endurecido hombre blanco que se asimiló entre las tribus dominantes de la región. Conocedor de la topografía y rastreador por excelencia, Glass fue un nombre que circuló en aquella región reconocido por su tenacidad como hombre de montaña (frontiersman), temple de cazador y estirpe de explorador. The Revenant se basa en un incidente que lo volvió leyenda, y viene adaptado del libro homónimo de Michael Punke.
Magistralmente en lo técnico, The Revenant se luce en los detalles más que en la generalización de sus partes como una obra. En sinopsis el film relata un acontecimiento en la vida de Glass como rastreador que prestaba servicios a militares y conquistadores que, en medio de un infortunado incidente trágico, puso a prueba su instinto de supervivencia al límite, resistiendo las peores adversidades físicas y mentales. Llevando a cuestas la venganza como motivo ulterior de supervivencia, Glass aún cargaba cicatrices por eventos trágicos que en el pasado marcaron su vida familiar y sentimental. Olvídense de esos mamarrachos que ven en Discovery Channel, Glass es el ultimate Tipo Serio a lo Daniel Boone. ¿Bear Grylls? por favor, tan ficticio y farandulero como Rambo para generar un show de TV. En contraste con Glass, y de ser precisa esta adaptación, que como sabemos bien son alteradas por los cineastas en función de enaltecer la narrativa, Grylls no es más que un vil mamador de gallo. Hugh Glass no estaba patrocinado por The North Face ni Gatorade. Deal with it, Grylls.
The Revenant está majestuosamente dirigida con la huella artística de Iñárritu que se enfoca en el juego de cámara libre (steadycam) –más que en Dolly– para atrapar al espectador en primera fila. Sacrificando ediciones fugaces por una cámara fluida que en ciertas escenas sigue a un objetivo para luego cambiar a otro sin romper el hilo de la narrativa visual. Similar a la técnica abusada en Birdman, sólo que aquí se aplica en momentos tensos de acción. Que por cierto hay bastante a pesar de su ritmo lento y pausado, que resulta absolutamente balanceado para dar tiempo de conocer a Glass y sus motivaciones sentimentales, empleando flashbacks que construyen al personaje principal logrando una genuina empatía con la audiencia. En especial si el Director quiere que suframos junto a él y sintamos interés impulsivo por su causa, sus motivaciones e inevitables consecuencias. Lo logra con creces, ya que la combinación de la dirección de Iñárritu con la extraordinaria dramatización de DiCaprio hacen la llave perfecta.
Si bien la historia es simple, hasta predecible en cierto modo, es la fórmula de Iñárritu + DiCaprio lo que iguala una intensa y atmosférica cinta que, a pesar de su longevidad poco comercial, te mantiene interesado tanto por lo visual como lo argumental. La fotografía no deja de ser otro factor de asombro al ser filmada en locaciones reales que brindan una escenografía épica (Lubezki). Zonas montañosas y forestales sirven más de lienzo en blanco que de fondo ilustrativo para plasmar la crudeza de su pintoresca violencia –desde el comienzo– donde el barbarismo humano se antepone al salvajismo animal, revelando sin dudas cual es peor sin importar la etnia o especie. El reparto no tiene relevancia ante el duelo entre DiCaprio y Tom Hardy (Mad Max: Fury Road, The Dark Knight Rises, Inception), donde el último hace méritos como figura antagónica al papel líder, mostrando el lado oscuro y egoísta del ser humano dentro de las opciones de supervivencia: el miedo y la codicia. Darwin tenía razón. Dios no existe. Altísimamente recomendable como la cartelera rural de la semana hoy en su estreno. Película de Tipo.
Film: Willy McKay (★★★★★)
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Bart