"In this edition everyone dies!"
Con un largo historial leyendo comics he visto toda clase de aciertos y fracasos durante las tres olas de adaptaciones al cine desde los años ’70. Esta última etapa, como la más exitosa, por coincidencia inició con el primer film de los X-Men a cargo del joven Director Bryan Singer. La serie X-Men –de Marvel Comics– ha sido una de mis favoritas casi a nivel obsesivo. Sus adaptaciones a la pantalla grande ha mantenido una consistencia coherente para complacer a los seguidores de esta compleja saga.
X-Men posee un universo tan denso desde 1963, que la profundidad de sus caracteres variopintos impide que uno lleve el protagonismo, por ende la serie no lleva el nombre de un personaje particular a diferencia de otras series de comics. Hasta ahora, y tomando en cuenta todas las adaptaciones de Marvel y DC, ningún film se ha basado exclusivamente en un número de edición en especial, abriendo oportunidades para adaptar guiones usando segmentos de su línea de tiempo con holgada libertad.
Hasta hoy, porque X-Men: Days of Future Past se enfoca en el doble volumen de 1981, que lleva el título homónimo para sentar las bases argumentales del film. Este comic (Marvel: The Uncanny X-Men #141) es considerado una de las obras magnas más emblemáticas de la serie, que hoy es reconocido como clásico de culto por su brillante historia de la mano del legendario escritor Chris Claremont* (responsable de la Era dorada de los X-Men –y Marvel– como su dramaturgo y artista principal). En lo personal siempre quise que este número se adaptara a la pantalla grande, pero en el fondo lo consideré como un deseo poco probable dado lo complicado que podría ser su producción.
Los deseos se cumplen, eso dije cuando me enteré que Singer volvería a dirigir otro capítulo, en base al comic Days of Future Past, haciendo que colapse bajo mi propio júbilo. El temor que arrastro desde su anuncio, se debate entre si la adaptación sería un gran acierto o una terrible decepción que me obligue a cortar las venas e incendiar el cine. Por fortuna y el talento a cuestas, X-Men: Days of Future Past funcionó mejor de lo que esperaba, y eso que mis expectativas estaban en un nivel elevado irreal.
Para darles una apreciación técnica con antecedentes, X-Men: Days of Future Past, el film, es un increíble híbrido de tres escenarios que hacen de su guión adaptado un logro titánico que merece una ovación de pié. El escenario base, el comic, está ubicado en el Marvel Multiverse "The Uncanny X-Men" (Earth-811), entre las muchas existentes para no divagar ni extendernos demasiado. Otro planteamiento está en que el film toma en cuenta una adaptación muy popular de Days of Future Past que se realizó para la serie animada de FOX en 1994 (Earth-616 que representa la línea de tiempo universo-continuidad de los films). En esta adaptación para la serie animada de televisión removieron personajes e introdujeron otros –cambiando el contexto más de forma que de fondo– pero siempre respetando el sentido y propósito original de la historieta.
Por último, el tercer escenario a considerar para el guión y el más importante en esta adaptación, es que X-Men: Days of Future Past no es un film aislado sino más bien una secuela doble-convergente. Por una parte da continuidad directa a X-Men: First Class, y por otra parte da seguimiento a la trilogía X-Men que quedó en Last Stand hace poco más de una década. La tarea no es nada fácil unir todo sin rozar con anacronismos inevitables y los ineludibles hoyos en el guión, que los tiene. Por suerte o genialidad, se valieron de unos trucos "lógicos" para salirse con la suya, evitando una blasfemia que insulte mi inteligencia y me obligue a incendiar la sala con todos dentro.
Por lo anterior, X-Men: Days of Future Past es una adaptación que naturalmente altera en gran medida el comic –de nuevo, más de forma que de fondo– tomando elementos de base de éste y de su popular versión de la serie animada. El principio argumental se mantiene igual, que en sinopsis plantea un futuro distópico, cuasi apocalíptico, donde un régimen fascista domina el escenario social a nivel de holocausto. En este futuro los mutantes son capturados, etiquetados, experimentados y exterminados en un campo de concentración por un sistema de orden mundial dominado por Los Sentinelas.
Los Sentinelas son unos androides que tienen origen en un personaje muy particular en la serie: Bolivar Trask (que en la cultura popular Marvel es un anagrama a "Stark"). Trask, similar al super héroe Avenger, es un genio científico que desarrolla armas y equipos de seguridad. Como último recurso Trask fue encargado por la alianza de naciones para erradicar "el problema mutante". Sólo que se les sale de las manos cuando estos, Los Sentinelas, ganan autonomía y por lógica persiguen igualmente a los humanos como posibles agentes genéticos que engendran futuros mutantes. Para el comic este escenario es en el 2013, para la serie animada 2025 similar al film. Los Sentinelas son invencibles en número lo que define el destino de los mutantes y de la humanidad. Ver por fin a Los Sentinelas recreados en film se convierte en un sueño hecho realidad.
Lo interesante es el paralelismo entre dos líneas de tiempo que se suman para detener esta amenaza, enviando a través del tiempo a un mutante para advertir –y revertir– un asesinato político que da cabida a la avalancha de consecuencias fatídicas en el futuro. En el comic es a Kitty Pryde a quien envían, en la animación a Bishop (quien no aparece en el comic original), pero debido a la popularidad protagónica de Wolverine en la serie de films, es a éste a quien envían en esta oportunidad. Estrategia de taquilla. Los cambios y alteraciones que introducen en X-Men: Days of Future Past son comprensibles para hilvanarse con los films que pretende unir en continuidad y sin ofender el ADN básico del comic original. Aquí la fidelidad se respeta con absoluta integridad intelectual. No obstante Singer se reserva la conclusión para redimirse por haber abandonado la trilogía en su tercera parte con una escena tan poética que ablandará el corazón de todos los fans, sin excepción (por supuesto deben quedarse para el final de los créditos, sorpresa).
En X-Men: Days of Future Past se siguen los pasos diez años después de los acontecimientos de First Class (1973), y en el futuro se mantiene la línea de tiempo posterior a los hechos de Last Stand. La cantidad de anacronismos y hoyos en el guión saltan por doquier. Sólo para dejar por sentado que el principio de incertidumbre sirve de recurso conveniente para taparlos, empleando la paradoja de contradicciones lógicas basadas en la teoría cuántica del espiral (Fibionacci anyone?). Si le damos vuelta no sólo entraríamos al terreno inaceptable de los 'spoilers', sino que jamás terminaríamos sin llegar a nada; ejemplo práctico: viajar en el tiempo y matar a tu madre antes que nazca (¿fue primero el huevo o la gallina?). Una vez más la ficción se mezcla con el período histórico en contexto, que tiene a la administración de Nixon –post Vietnam, pre Watergate– como escenario político incluyendo sus figuras relevantes.
El ritmo y la dirección de Singer son un ejemplo de maestría al manejar múltiples líneas de tiempo y balancear a tantas figuras de peso que combina personajes acumulados de todos los films que antecede. Dejando espacio suficiente para las relaciones dramáticas que vienen de desarrollarse con anterioridad. Incluyendo un lugar para nuevos personajes que, aunque no pertenecen a ninguna de las adaptaciones del comic de origen (DoFP), son bienvenidos sin quedar forzados en el proceso: Quicksilver, es a ti a quien miro (muy apropiado si conocen bien el nexo familiar que tiene con un mutante muy popular, shhh!). El humor acompaña el drama sin perder la seriedad del rumbo ni el foco de la trama que tiene tres actos llenos de emociones crecientes y suspenso por capas.
No está demás decir que hay bastante acción como también diálogos conflictivos y momentos pausados, siempre manteniendo un ritmo ecuánime como balanceado. X-Men: Days of Future Past no se siente corta, acelerada, lenta o épica, muy a pesar que se extiende un poco del formato de largometraje comercial. Los efectos especiales no merecen mención, son tan transparentes que se unen al asombro y la suspensión de la realidad más que por impresión de logro técnico.
Si los films de X-Men se han caracterizado por ser un desfile de figuras estelares de primera, compitiendo por espacio de cámara, X-Men: Days of Future Past no viene a ser la excepción a la norma. Más aún si tomamos en cuenta que reúne conjuntos de actores de dos series que representan a generaciones separadas por el tiempo en sus respectivas películas. Por lo tanto, tener a dos equipos de actores de lista A combinados es un lujo que necesariamente ocasiona que algunas figuras tengan menor participación, como el personaje de Bishop para mi decepción. Sin embargo hay tiempo suficiente para darle espacio a los polos que se oponen –y colaboran– en distintos puntos del film. Todos probados y aprobados muchas veces al punto que han hecho de esos personajes legítimamente suyos. Halle Berry, Sir Ian McKellen, Sir Patrick Stewart, Hugh Jackman, James McAvoy, Michael Fassbender, Jennifer Lawrence y Ellen Page acompañan a los noveles que debutaron en First Class, como también a otros de renombre con experiencia protagónica en esta serie fílmica; cuyos nombres me reservo para no arruinarles unos cameos agradables y otros más sorpresivos. Hay de todo, es como una gran reunión. Ah, mención especial a Peter Dinklage como el villano en común detrás de Trask.
X-Men: Days of Future Past es una obra maestra que supera y eleva el nivel que cada film del conjunto ha alcanzado, a diferencia de las cintas individuales que poco ha contribuido a su linaje (Wolverine solo anyone?). Es un guión compacto, inteligentemente adaptado de la historieta de origen, tomando elementos de otras versiones mientras no se separa de su conexión con las películas a las que debe continuidad y referencia. Bien dirigida por Singer quien regresa a su zona de confort (ya olvidamos a Superman Returns, te perdonamos) y como era predecible asumir, dramatizada al excelsior por su reparto de veteranía y demostrada calidad. Será muy difícil de superar.
Altamente recomendable para comic fans y seguidores casuales de estas películas, pero sin duda complacerá más al conocedor del comic que puede desglosar entre capas sus ricas texturas cargadas de contenido y detalles.
Film: Sir William McKay (★★★★★★)
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Bart
[*] Cuando Claremont tomó a su cargo la serie X-Men en Marvel –1975– esta saga era menospreciada por la casa de comics como una serie poco popular y de menor importancia. Claremont, novelista, la convirtió a lo largo de casi dos décadas en toda una saga de alto nivel gracias a la alta calidad de sus argumentos complejos que le dio profundidad y madurez por el desarrollo de sus personajes. Más importante aún, a las relaciones intrincadas entre los caracteres principales y sus antecedentes. Es decir, Claremont fue quien le dio ese toque de novela dramática que ha teñido a los X-Men desde entonces (conflictos de familia, afiliaciones, amistades, enemistades, triángulos amorosos y toda suerte de situaciones no bélicas). A Claremont se le acredita el haber introducido muchos personajes importantes en que predomina el género femenino donde resalta Kitty Pryde, Jubilee, Rogue, Mystique, Phoenix y Emma Frost. También es responsable de darle fama de culto y protagonismo a Wolverine. Pero a Claremont se le reconoce más el hecho de crear –junto al ilustrador legendario Jim Lee– el personaje de gran popularidad entre los fans que tiene nivel de culto para lo relativamente nuevo que es en la serie: Gambit. Éste fue su último aporte antes de abandonar la serie en 1991. ¡Ídolo!
P.D. No se preocupen por el título del artículo, no es un spoiler, saben que aquí no cometemos ese pecado, pero es el "tag line" que sale en la portada del comic (segundo volumen) como el gancho de venta para asustar al lector y no resistí la tentación de colocarlo.