Peace was never an option
Conocen nuestra afinidad (fanatismo extremo) con los comics por años de lectura coleccionando ejemplares. Aunque la práctica se ha hecho difícil en la reciente economía, existe un mantenimiento constante con ese mundo que ha cobrado vigencia con la explosión cinematográfica desatada a principio de los ’00 (precisamente con el film X-Men). La saga X-Men de Marvel Comics, casi infinita por sus extensas ramificaciones y series paralelas, ha sido nuestra favorita y la de muchos desde siempre. Su adaptación al cine, llevada con mucho cuidado, se ha atrevido a alterar alguno de sus elementos originales por el bien de una representación condensada que todo público pueda digerir, no sólo el die-hard geek. Después de una estelar trilogía y un spin-off de la serie “Origins”, Marvel, junto a su creador Stan Lee traen otro capítulo con X-Men First Class.
Trato de hacer a un lado mi favoritismo hacia Marvel y mi fanatismo de la serie comic para darles una crítica lo más imparcial posible de X-Men First Class, pero me resulta imposible... ¡es arrechisima! No había sentido un nivel de satisfacción de un film de comic desde The Dark Knight por lo oscuro y melancólico de su trama. El film, sin ser perfecto y presentando alteraciones históricas anacrónicas* así como orificios estructurales en su guión, complace mis expectativas gracias al toque del Director Mathew Vaughn quien nos sorprendió con su visión adult/comic en el film Kick Ass.
X-Men First Class se presenta como los comienzos de Charles Xavier “Professor X” y Erik ‘Magnus’ Lehnsherr “Magneto” como la base fundamental de la saga. Desarrollando sus inicios desde la infancia hasta su relación ambigua como líderes de ambos bandos de la población mutante. Trabajado magistralmente sobre la base argumental del comic que al menos sostiene fidelidad a la historieta en lo básico. Cuando vamos a lo específico ocurren incongruencias anacrónicas del universo X-Men que podrían molestar al fan ortodoxo; que a pesar de todo puedo asegurarles, como uno de ellos, que no añade mayores cambios si tan sólo sirve apropiadamente al guión adaptado (al igual que sucedió con el resto de los films anteriores). X-Men First Class está bien escenificada dentro del contexto histórico verídico de la Guerra Fría, especificamente en los álgidos días de los ’60 durante la famosa Crisis de los Misiles en Cuba.
Una trama muy bien incrustada dentro de ese período de la historia, sin cambiar para nada los sucesos al anexar una ficción creíble y que no insulta nuestra inteligencia. De un acabado retro por su dirección artística, que a momentos rinde homenaje a cintas de espionaje de la época evocando emociones de tensión auténtica que estimula de manera natural. Con un ritmo variable que afloja un poco en el segundo acto pero que nivela en los extremos gracias un intro y un climax que jamás se sienten apresurados ni forzados.
Claro, hay muchos pastiches de diversas series paralelas que convergen en una trama coherente que contradice la línea de tiempo dejada por los films anteriores. Lo importante es que mantiene una relación directa con el argumento de aquellos films descubriendo los antecedentes de personajes clásicos a la vez que introduce los menos conocidos (como Angel, Darwin y Riptide). Pero recordemos que el foco está puesto en las figuras de Xavier y Lehnsherr como las piezas claves de esta entrega de orígenes. Con especial atención a la fuerte presencia del villano de turno que imprime balance opuesto a los heroes. Que en esta oportunidad le tocó al líder del “Hellfire Club” Sebastian Shaw (¿cuándo veremos a Apocalypse y Mister Sinister? ¿¡Cuándooooo!?).
El tono maduro y oscuro prevalece como el motif general dejando claro que no es un film típico de superhéroes sin que vaya hacia el tono adulto extremo como Watchmen. Con una fuerte inclinación hacia el personaje de Magneto si tomamos en cuenta que este guión se basó en el libreto de la cancelada producción X-Men Origins: Magneto (de Zak Penn). Añadiendo la línea de su rival el Professor X -muy bien desarrollada- hasta converger en una sola secuencia narrativa. Personajes muy bien desarrollados que aún en sus versiones juveniles demuestran carácter, drama y personalidad. Conectando con la audiencia gracias a la dramatización de los actores que los hace tan propios como quienes los encarnaron en el pasado. Los efectos especiales estuvieron excelentes en general, con uno que otro desliz que poco importa agradeciendo que el trabajo se concentró en lo argumental y lo dramático en vez de las imágenes por computadora.
Hay que reconocer que los actores tuvieron mucho que ver con el impacto positivo del film aparte del trabajo del Director. James McAvoy (Wanted, The Last King of Scotland) hace de un Charles Xavier con el mismo carisma elocuente que le imprimió Sir Patrick Stewart sólo que con más chispa jovial al encontrarse en sus años de pre-invalidez. Manteniendo su esperanza en la humanidad y los principios morales que caracterizan al noble líder de los mutantes heroicos. A fin podemos ver al Prof. X explotar sus habilidades fuera de sus lecciones tutelares como cabeza de los conflictivos Hombres X. Con especial ovación de pie a Michael Fassbender (Inglourious Basterds, 300) quien se apropia de Magneto al hacer honor a las raíces del personaje con locuaz versatilidad dramática gracias a su polifacética habilidad lingüística. Fassbender le da su toque malévolo al soberbio Magneto reteniendo su sobria elegancia que esconde su lado humano lleno de conflictos emocionales. Con el mismo sarcasmo indiferente que conocemos del personaje quien fuera representado por Sir Ian McKellen con magistral madurez.
Las demás piezas funcionan encarnando a los personajes menos publicitados de la serie como Moira McTaggerth, Banshee y Havok por el lado de los X-Men; como a Emma Frost y el Padre de Nightcrawler, Azazel (por el lado de los miembros el club infernal). Resaltando a Jennifer Lawrence (Winter's Bone) como Mystique pero sin demostrar la acostumbrada audacia acrobática que la distingue. Para cerrar no podemos dejar de mencionar el contrapeso de calidad que hace Kevin Tocineta (Kevin Bacon) como Sebastian Shaw, el líder del Hellfire Club lleno de carácter y buen gusto.
Hay un par de X-cameos que dejarán una sonrisa tan marcada que te dolerá la cara por unas horas, brillante y muy bien incluidas. X-Men First Class es otro batazo de cuatro esquinas de la casa Marvel Films al llevar su serie insigne a la pantalla grande con el mismo nivel alto que disfruta en el comic: pura clase de primera clase. Vayan a verla como la recomendación rural de la semana.
Film: Willy McKay (★★★★★)
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Bart-X
[*] Bueno, los anacronismos históricos son leves, más hacia lo técnico, como un Lockheed SR-71 que opera como un Harrier (o el nuevo F-35) que para beneficio del film lo presentan como una modificación -basada en el comic- que incluye compartimiento de personal/bombas cuando el famoso ‘Blackbird’ no tenía ningún tipo de armamento/compartimento. Es una propiedad añadida para acercarse a lo que sería en un futuro el RS-150 (el Super Jet de los X-Men) que se basa en un Blackbird de Lockheed sólo que fuertemente rediseñado y modificado por S.H.I.E.L.D. en uno de los universos de la serie.
¿Incongruencias argumentales del universo X-Men? Dejaré que ustedes las consigan, pero pregúntense cómo calza Emma Frost en esta línea de tiempo -fielmente representada al comic por cierto- si supuestamente aparece más joven en X-Men Origins: Wolverine más adelante y en otras circunstancias. Triste, pero hay más inconsistencias contradictorias como esa y que no las menciono para no arruinarles sorpresas de la trama (ustedes saben, RTx™ es "spoiler free").