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Era el comienzo de la década de los ochenta y siendo todavía un niño habían dos corrientes que comenzaban a perfilar mi vida para siempre y sin remedio, la computación y los videojuegos. Por lo tanto no es sorpresa que en aquel período fuese atraído por un film que para entonces rompió todos los esquemas marcando una tendencia que tardaría otra década en ser adoptado: TRON. Aquel film vanguardista y arriesgado no sólo combinó esas dos corrientes en su trama, sino que fue el primero de toda la historia del cine en usar imágenes y efectos completamente generados por computadora.* Muy mal entendido en su momento por su arrojada propuesta, TRON se convirtió con el paso de los años en un clásico de culto desarrollando un género y arrastrando una cultura geek consigo.
Casi treinta años después, su Director y creador Steven Lisberger decide revivir ese culto a TRON con una secuela de su puño y letra (co-escritor) sólo que en esta oportunidad sede el puesto de Director para dedicarse a la producción. Aprovechando la oportunidad para darle a la franquicia una cara fresca acorde con la imaginaria mecánica visual de los tiempos actuales. El asunto está en que Tron Legacy necesita mucho más que unas pinceladas digitales avanzadas para convencer a su fanaticada, ya que a estas alturas estamos hastiados de efectos digitales como plato principal.
Tampoco es que la original tuvo un guión complejo, pero al menos el tema de la computación y los videojuegos estaba verde en la génesis prematura de sus desconocidas industrias. Hoy día ambos géneros son parte del corriente cotidiano por lo que un sólido argumento se hace indispensable para conectarse con la cinta original a la vez que resulte actual y entretenida. Difícil escenario pero Tron Legacy logra salir a flote contra un pronóstico de fracaso casi asegurado.
Parte de lo que hace de Tron Legacy una buena secuela es la continuidad a los acontecimientos de la original a pesar de las casi tres décadas que las separa. Otra razón es que sus personajes principales, Tron y Flynn, están representados por sus actores originales aunque con unos años encima, pero descuiden, no pretenden ser joviales aventureros como pretendió hacerlo Indiana Jones.
Tron Legacy, al igual que su predecesora, no posee un guión de profundidades filosóficas sci-fi como The Matrix o Blade Runner, pero al menos posee coherencia y lógica que supersede sus agujeros argumentales. Aclarando lo anterior lo que resta es descifrar la hermosura visual de sus imágenes que complace las demandas de un público exigente que no se deja engañar con facilidad.
Sus efectos visuales de altura convencen sin impresionar, aunque algunas arrugas rompen el suspenso ilusorio indicando que la producción no estuvo a la altura que se espera hoy día. Me explico, Jeff Bridges (Crazy Heart, The Big Lebowski, Arlington Road), al igual que hizo en el film de 1982, repite el doble rol de Flynn/Clu, donde el primero ha envejecido acorde a su apariencia actual y el segundo permanece tan juvenil como quedó inmortalizado en aquella cinta. Para efectos, se recurrió a la técnica de rejuvenecimiento digital que, lejos de ser inadecuada, ya no convence si la comparamos con la técnica de captura facial digitalmente animada que James Cameron empleó en AVATAR. Sin embargo, la mayoría de las veces el resultado es satisfactorio reservando los pelones a un puñado de situaciones carentes de naturalidad gestual.
La dirección es de calidad con una edición de lujo si tomamos en cuenta que a mitad de cinta el ritmo cae en picada para romper con un primer acto lleno de acción y adrenalina digital. Para entonces el film toma otro color temático que deja más agujeros en el guión que los que introduce al comienzo. Incluso para el clímax que pudo haber sido más enérgico para la manera como comienza. A pesar de todo, el legado de TRON se mantiene intacto con sus temas y motifs que, al menos en el primer acto, revive los juegos de gladiador digital representados con total modernidad.
Lo acompaña el elemento que es responsable de la atmosfera y tonalidad del film, el soundtrack score de Daft Punk quienes hacen su respectivo cameo. Como fan de los OST les digo que es lo mejor del film, así de bueno es. La proyección en 3D no sirvió de mucho para enaltecer lo visual así que no se dejen engañar por toda esa mercadotecnia comercial (o debe ser que como la conozco desde hace tantos años poco me inmuta).
La actuación se defiende gracias a “The Dude” Bridges y, para mi satisfacción, del actor original detrás del personaje de Tron, Bruce Boxleitner, que también reencarna el doble rol entre su versión real y su versión digital. No que los demás no resalten (aparte de Michael Sheen -Frost/Nixon, Underworld, The Queen), pero nadie más estimula por encima del queso que da ver a la trimardita de Olivia Wilde con ese traje de cuero negro y ese corte de vixen slut (Fuck Me!). En fin, Tron Legacy es un buen film para cierre de temporada que no ofende a la original ni tampoco la supera. Donde aquella marcó a una generación y revolucionó al cine para siempre, ésta apenas se sostiene sobre su legado no sólo en el título sino es sus pocas virtudes visuales y argumentales.
Film: McKay (★★★★☆)
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[*] Aunque el primero en usar efectos por computadora en calidad de composición y generación de imágenes insertadas fue George Lucas en el film Willow (1988) y James Cameron lo perfeccionó en Terminator 2: Judgment Day (1991), a TRON (1982) se le adjudica como el pionero en esta área al desarrollar la mayoría de sus escenas (y escenarios) bajo imágenes computarizadas.
P.D. Ya no tenemos a Spiff-O-Rama que nos complemente con otra versión distinta de calidad crítica (triste), pero en reemplazo ahora tenemos a este pana que fusila mis reviews en estilo, parafraseo, contexto argumental y empleo de palabras clave que me distingue en personalidad... incluso hasta en la característica forma de ilustrar. Al menos yo no cuento la película (sic).