"No voy a rehabilitación porque no tienen whisky ahí"
En aquellos días de la administración Reagan –los '80 para los iletrados de la historia– las tensiones de la guerra fría se habían holgado un poco por lo que la histeria colectiva de los '60 no tenía cabida dentro de la cultura norteamericana. Ustedes saben, la gente estaba más preocupada por la vida privada de Madonna por MTV, la moda de Don Johnson en Miami Vice y la llegada del Nintendo de Japón. Eran los "Soft Seventies", el tiempo de los Gen-Xers, el Walkman y los Reebok. Pero al otro lado del mundo, los rusos estaban haciendo el último esfuerzo para expandir su ideología roja al intentar conquistar las naciones musulmanas del Asia septentrional, empezando por Afganistán.
La guerra fría llegó a su punto más álgido con la crisis de los misiles del '62, no nos expandiremos en esto para no desviarnos más de la crítica del film. Pero luego de esos sucesos, no hubo mayores tensiones que la del juego de espías entre ambas naciones por saber quién es el más arrecho y qué esconden dentro de su carrera armamentista. Para los '80, Rusia estaba en crisis económica por consecuencia de la carrera armamentista y buscaba expandir su revolución hacia otros territorios*. Afganistán resultó atractivo y fácil para sus propósitos. Esto despertó los intereses de Norteamérica por considerarlo peligroso, dándole un segundo aire a la guerra fría. Aunque no tan preocupante como la crisis de los misiles, para algunos como el congresista Charlie Wilson fue de consideración por lo que actuó a escondidas para detener a la fuerza roja en su frontera.
El film Charlie Wilson's War recrea muy bien todo el burocratismo político que el congresista Charlie Wilson (Tom Hanks - The Da Vinci Code, Toy Story, Saving Private Ryan) realizó para atacar un problema que muchos no le daban importancia. Para entonces era un político de dudosa reputación por sus excesos en fiestas, mujeres y abuso del alcohol, ustedes saben, es la clase de políticos que motiva a los rurales a votar, nuestro modelo de líder. Pero algo motivó al corazoncito de Wilson para ayudar a Afganistán, a la vez que se luchaba a escondidas contra los rusos, sin aspiraciones gubernamentales ni elogios públicos. Encontró aliados en una amante activista por derechos humanos sociales (Julia Roberts) y en un espía mala conducta de la CIA -Gust Avrakotos- que detestaba a los comunistas (Philip Seymour Hoffman - M.I:III, Capote) y vio en la causa de Wilson una excusa para patear traseros rojos.
Es un film de hablar, hablar y hablar, pero con un ritmo excelentemente llevado de la mano del Director Mike Nichols (Closer, The Graduate), al adaptar los sucesos reales de la historia brillantemente dramatizadas en la novela de George Crile No hay escenas de acción o guerra, sólo unas breves recreaciones bélicas del antes y después de que Wilson interviniera en la guerra de Afganistán (al principio los helicópteros rusos Hind arrasaban con los afganos, y luego estos desaventajados les devolvieron el golpe con misiles FIM-92 "Stinger" que les proporcionó la ayuda de Wilson). Además de unas simples representaciones de los resultados de la causa de Wilson cuando los afganos recibían, en secreto, armas israelíes, misiles Stinger y entrenamiento que les proporcionaba la CIA, Arabia Saudita e Inglaterra para inclinar la balanza a su favor en el conflicto (terminó siendo una alianza conjunta, pero todo comenzó y continuó con Wilson/Avrakotos).
Conflicto que terminó, como todos saben, en el sangramiento económico que acabó por derrumbar a la Unión Soviética y el fin de la guerra fría. Fue el "Vietnam" para los rusos. Actuaciones brillantes de Hoffman y Hanks; Roberts más fea que nunca y los diálogos humorísticos del carajo como la cita de Wilson que da título a esta crítica. El DVD es absolutamente referencial en imagen, casi HD y el sonido es tímido de concentración exclusiva en los diálogos con total claridad inteligible.
Altísimamente recomendable.
Film: Willy McKay; Video: Willy McKay; Sonido: Pasta
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Barton
[*] Una lección de historia infelices, si todavía muchos de ustedes creen que la bombas atómicas de Nagasaki e Hiroshima fueron para terminar la segunda gran guerra, detener al ejército Nipón y vengarse de Pearl Harbor, pues se pelaron. Para entonces la guerra se había trasladado hacia el pacífico porque los rusos tenían a Berlín bajo rendición y el ejército Nazi estaba acabado. Pero otro conflicto estaba gestándose: la de la supremacía militar por la nación más poderosa luego de los sucesos de la segunda guerra mundial. Rusia, quien también era enemigo de Alemania, encontró la excusa perfecta para entrar en la guerra y así encontrar un medio viable para expandir su revolución socialista soviética (aparte que los Nazis trataron en vano de invadirlos). Los aliados no querían que esto sucediera o terminaríamos con una Europa socialista si los rusos tomaban parte del continente, u otros territorios del enemigo. Victoriosos en Alemania al derrocar al Tercer Reich, sólo restaban los japoneses dentro del axis del enemigo y Rusia giró sus planes hacia una invasión en Japón. En esos días tanto Rusia como USA estaban en la carrera por desarrollar la bomba atómica. El proyecto Manhatan exitosamente desarrolló la primera bomba, que se utilizó en Japón como una señal de advertencia para que los soviéticos supieran del nuevo poder en manos de Norteamérica y hacerlos desistir en invadir a Japón. Como no había un conflicto directo entre Rusia y Estados Unidos, no había motivos para atacar a la nación soviética; por lo que demostrar la nueva arma dentro del conflicto contra los japoneses (que ya estaban vencidos de cualquier manera luego de Iwo Jima), serviría de la perfecta excusa para una demostración dirigida hacia su rival ideológico y militar. Después vino el tratado de Yalta, la creación de las Naciones Unidas y con ello se daba inicio a la guerra fría.