Wolverine The Ripper
Les voy a contar algo, no tengo olfato, bueno, al menos sí pero es muuuuuy tenue, bastante débil y poco sensible. Usualmente no distingo nada que huele a intensidades normales a mi rededor. Siempre tengo que pegarle la nariz a las cosas para saber a qué coño huelen, en especial cuando abro envases de comida con sobras en la nevera, que por su indescifrable apariencia no sé que carajo es. Tiene que ser un olor atroz de animal muerto o camión de basura cercano para que pueda percibir algo a cierta distancia. Puedo estar en la cocina y no huelo lo que se está cocinando en el horno, y eso que me dicen luego, "¿no sientes que ya va a estar listo? ya huele por toda la casa." Nah, a veces he tenido que probar la leche vencida -para darme cuenta tarde- después que ha saturado mis zucaritas en el plato (¡Bluagh!).
Me impresionó el film Perfume: A Story of a Murderer por muchas razones. Pero en especial por lo original de su trama poco convencional. Impredecible, audaz, románticamente poética y mórbidamente maligna. Excelente adaptación de la novela de Patrick Süskind bajo la dirección de Tom Tykwer Lo digo porque el guión es magistral como la cinematografía y fotografía artística a lo largo del film. No es suficiente con engalanar un producción con escenarios exóticos y vestuario pomposo si no sacas provecho de la fotografía con buena iluminación y encuadre de los objetivos. Y con un tema centrado en los aromas y en la ultra sensibilidad aromática sobrenatural del protagonista, que se opone de manera fascinante a mi deficiencia nasal, hace de Perfume el film sorpresa del año para moi.
Perfume es una historia ficticia de un fenómeno que fue bendecido (o maldecido) con un don sobrenatural en su sentido del olfato. Capaz de distinguir e interpretar el mundo que le rodea con singular significancia al apreciarlo mediante el escudriño y separación de sus aromas, sean agradables o repulsivos, siempre y cuando sean distintos, novedosos e intensos. Tanto así que se vuelve una obsesión. Al encontrar placeres sin iguales por medio de ese único sentido, deja a los otros cuatro como simples instrumentos sensoriales para asistirse en su vida cotidiana. Obsesión oligofrénica (anteponiendo su fijación por las emociones ante el raciocinio de sus actos), que lo lleva a cometer asesinatos en serie pero de una manera romántica (si se le puede atribuir eso a un homicidio), porque carece de elementos grotescos del cine Gore de ultranza y morbosidad de la actualidad. El personaje central se vuelve tan peculiar con su habilidad, que atrae simpatía a la vez que recrea un aura de misterio por lo oculto y tenebrosamente misterioso que suele parecer. Aunado dentro de una auténtica representación de ingenuidad y soberbia hasta cierto punto para enmarcar sus objetivos insaciables y maliciosos. El actor (nuevo para mi) que encarna al Wolverine Rococó de Jean-Baptiste Grenouille (Ben Whishaw) sobresale con un merecido aplauso de pie a pesar de su poco aporte en la dramatización verbal. Pero su lenguaje corporal es asfixiante (lo punitivo fue intencional). Así de buena es su interpretación.
La producción artística de los tiempos victorianos parisinos e italianos son de lujo. Pero es la impecable cinematografía, con una brillante dirección y edición, la que hace el film en complemento con las interpretaciones de primera. El juego de sombras y luces en la oscuridad hacen literalmente de cada toma una foto -o un cuadro- para coleccionar. La narrativa, del experimentado actor John Hurt (V for Vendetta, The Proposition, The Elephant Man, Alien, Midnight Express), colinda perfectamente con el ritmo del film que te lleva por sus casi dos horas y media como si fuera un episodio de un sitcom, fresco, liviano e intenso. La construcción de la trama es casi perfecta hasta el final que toma un giro poético-fantasioso inusual que me golpeó al principio, pero luego de asimilar el carácter inverosímil del contexto central, cobró sentido para no perjudicar mi impresión final de la cinta. Un clímax que de lujuria total que me gustaría inspirara a Spencer Tunick la próxima vez que haga perder el tiempo a un millar de personas a coger frío con las "chonflas" al aire. Eso les ayudaría a "entrar en calor" si me entienden mequetrefes morbosos.
El reparto auxiliar es soportado por dos fuertes de la actuación a ambos lados del Atlántico, me refiero al excelente Alan Rickman (Harry Potter Saga, The Hitchhiker's Guide to the Galaxy, Michael Collins, Rasputin, Die Hard) y al siempre extraño y divertido Dustin Hoffman (Lemony Sniket’s: A Series of Unfortunate Events, I Heart Huckabees, Outbreak, Hero, Rain Man, The Marathon Man) que complementan a la figura principal quien hace toda la película. Con un jamón de niña Rachel Hurd-Wood (¡qué jamón! como diría Carlitos Feo de RCR 750) que adorna más que por lo que actúa, ¡pero qué adorno El Mío!
El DVD es un exégesis referencial para el videófilo y el audiófilo. Es como un shock de esteroides para el Home Theater, demasiada perfección quasi Hi-Def en todo. La imagen es sencillamente de referencia, transfer perfecto, cero acentuado artificial de los brillos y contornos, contraste impecable que revela cada detalle íntimo de todo hasta en las escenas de noche -que son bastantes y bien oscuras. Saturación de colores que contrasta con una era de oscurantismo policromático entre tanto despliegue de derroche multicolor de la opulencia y aristocracia. Tonos de piel exactos, todo, todo, ¡por Júpiter! el plasma se veía tal cual se ve una auténtica proyección de film en su primera postura. El sonido igual, dinámico, espacial, atmosférico y revelador. Con un soundtrack de lujo que añora romanticismo de las bellas artes barrocas a la vez que irrumpe con sendos coñazos de suspenso a-la-Psycho de Hithcock. Un DVD de rigor para demostrar las bondades y carencias de tu sistema. Altísimamente recomendable.
Film: Willy McKay; Video: Sir William McKay; Sonido: Willy McKay
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Lord Bartolomeous Patchuli of St. Tufus
