In Cold Blood
Truman Capote fue un controversial escritor contemporáneo de los cambiantes tiempos posteriores a la segunda guerra mundial. Su genial talento literario, su abierta homosexualidad** -poco común entre las personalidades públicas de la época- su arrojada personalidad periodística y su elocuente inteligencia hicieron de él una celebridad multifacética dentro de varios ámbitos como la publicación, el periodismo y las artes dramáticas escénicas.
Entre los cuales el cine, periódicos, revistas y publicaciones célebres contaron con su locuaz y versátil talento para las letras. Véanlo como un Andy Warhol pero con una máquina de escribir en lugar de un pincel. A pesar de haber sido calificado como un genio, teniendo facilidades para la lectura, análisis y retentiva, no continuó sus estudios dentro de la Universidad debido a que él mismo decía que ninguna combinación de profesores universitarios podrían hacer o deshacer lo que él ya es por naturaleza: un escritor innato. Y tenía razón.
Capote fue famoso por muchas razones, entre ellas su participación como dramaturgo de las artes del séptimo arte y las tablas. Muy en especial por la adaptación fílmica de su obra Breakfast at Tiffany's donde se inmortalizó la eternamente Diva Audrey Hepburn Pero ninguna de sus obras lo catapultó a la inmortalidad tanto como su relato, no ficticio, sobre los hechos reales de un multi homicidio en Kansas, In Cold Blood (a Sangre Fría), al cual le dedicó 4 años de su vida.
Son estos 4 años precisamente los que encierra el film Capote del Director Bennett Miller, donde el versátil actor Philip Seymour Hoffman (Boogie Nights, M.I.3.) lo personifica a la perfección absoluta hasta en el más íntimo de sus manerismos y afeminadas gesticulaciones (traducción: botaba más plumas que una almohada rota).
El film relata cronológicamente el trabajo periodístico de Capote durante y después de su investigación que lo llevó a la publicación de A Sangre Fría. Además de su relación, casi íntima (pero no lo que están pensando), entre los asesinos e investigadores policiales. En muchas oportunidades observamos que Capote no era ningún "gafo", recurriendo en más de una ocasión, a su carisma manipulador y a su protocolar cinismo, para obtener información crucial en su investigación. Libro que él mismo anunciaba sin modestia como el libro de la década. Y así fue.
El film es lento, muy lento, de esos que parecen tener prolongaciones épicas cuando en realidad dura menos de dos horas. Que no se entienda por esto que es fastidioso o tedioso, en ninguna forma. Es muy fuerte en diálogos e interacción humana, siempre centrándose en Capote y su perspectiva de las circunstancias. Es muy interesante. La dirección es muy estática rayando en técnicas de "portrait" y "landscape" haciéndolo parecer como si estuvieras imaginando los hechos que lees en un documento o informe.
No hay dramas exaltantes ni acción que altere el ritmo suave y progresivamente lento de esta interesante película. Es difícil llevar a cabo un relato similar con un humor emocional tan homogéneo sin aburrir (ni The Insider de Michael Mann fue tan lento). Pero sin duda lo que resalta es Hoffman en su interpretación casi mutable de Capote que le mereció, de calle, el premio de la Academia del presente año. Acompañado por actores de la talla de Chris Cooper (The Bourne Identity, Seabiscuit) y Catherine Keener (Being John Malcovich, 8MM) ayudan a soportar a Hoffman en su difícil rol de emular a tan controversial figura cultural. Un film para analizar luego de disfrutarlo. Altamente recomendable, no dejen de verla.
La imagen es espectacular en detalle y resolución, reproduciendo la convincente sensación de comienzos de los años '60. Con escenas llenas de claroscuro y alto contraste, con colores lavados y desteñidos aún en las más iluminadas. Ello refleja el ánimo caído de los crueles acontecimientos con precisión atmosférica. El sonido es igual, vacío, plano, casi monoaural muy enfatizado en diálogos y sin actividad sobresaliente en las surround y el subwoofer, muy a pesar de ser Dolby Digital de 5.1 canales.
Film: McKay; Video: Willy McKay; Sonido: Pasta
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Barton
[**] Importante destacar que no abordan su homosexualidad en ningún momento ya que es irrelevante al contenido del film; de la misma manera que la homosexualidad de John Nash en A Beautiful Mind no tenía relevancia alguna dentro del contexto de su vida y de su enfermedad mental y por lo tanto resultaba tácito representarla.
